Como será de noble esta ciudad -decía- tenemos cuatrocientos años de estar tratando de acabar con ella, y todavía no lo logramos. Pero ahora -vaticinó un descreído- las autoridades están haciendo un gran esfuerzo para conseguir ese objetivo.
Quienes nacieron aquí no se dan cuenta de los beneficios de vivir en una gran ciudad -advertía un recién llegado- El anonimato es algo que apreciamos quienes venimos de un pueblo chico donde muchas cosas se saben antes de que ocurran.
El refugio que conseguí en esta urbe es vasto, pero al mismo tiempo es íntimo y, de alguna manera, secreto. Desde mi dormitorio oigo un barulllo que aplasta cualquier intento de silencio. Desde la ventana observo la gente arremeter contra la limpieza. Cualquiera deja su marca como si jamas volviera a pasar por esta calle. Lo que hace un hombre es como si lo hicieran todos los hombres -finalmente el pueblerino sentenció- Es contagioso.
Como estaremos de desilusionados -se quejó el citadino- que no bien bajan las aguas dejamos de protestar -y siguió quejándose aún con más amargura- Hasta dejamos de recorder las veces que pagamos el pavimento donde todavía sobrevive la dureza de los adoquines -y concluyó- Cada uno que viene promete un nuevo estilo de administrar. No mienten, cambian de estilo.
viernes, febrero 26, 2010
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1 comentario:
Muy bueno! "el barullo aplasta el silencio", que buena imagen sonora!
Cortito, poético y al punto. Me gustó mucho.
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